📘 2.3.2 – Mantener la alineación del proyecto con los objetivos de negocio
📖 ¿Qué significa esta función?
Esta función destaca una verdad fundamental: los proyectos no existen por sí mismos. Son instrumentos que las organizaciones utilizan para alcanzar objetivos mayores, como mejorar servicios, generar impacto social, modernizar procesos, aumentar ingresos o fortalecer relaciones.
Por eso, uno de tus roles como líder de proyecto es asegurarte de que cada acción, cada decisión y cada entregable esté alineado con esos objetivos estratégicos o de “negocio”, aunque no estés en una empresa privada.
Incluso en proyectos sociales, educativos o comunitarios, los “objetivos de negocio” pueden entenderse como las metas institucionales o públicas que justifican la inversión y el esfuerzo.
💡 ¿Por qué es tan importante?
Porque un proyecto puede ser técnicamente impecable (cumple plazos, calidad, costos…) pero fracasar estratégicamente si no aporta a lo que realmente importa a la organización o comunidad.
Por ejemplo:
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Un centro juvenil puede estar bien construido, pero si no logra atraer a los jóvenes, no cumple su propósito.
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Puedes cumplir con todos los entregables, pero si no se reflejan en indicadores de inclusión social, la inversión pierde sentido.
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Un programa educativo puede terminarse a tiempo, pero no ser compatible con la política municipal actual.
Esta función te recuerda que tu brújula no es el plan, es el propósito. Y debes ajustar el rumbo si notas que el proyecto se está alejando de él.
🛠 ¿Cómo se lleva a la práctica?
Algunas prácticas para cumplir esta función incluyen:
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Revisar periódicamente los objetivos estratégicos de la organización o programa al que pertenece el proyecto.
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Validar si lo que estás entregando efectivamente contribuye a esos objetivos.
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Hacer preguntas clave en cada etapa: ¿esto que estamos haciendo ayuda a lograr lo que la organización necesita?
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Escuchar a los interesados estratégicos: autoridades, patrocinadores, responsables de políticas públicas.
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Usar indicadores no solo de avance, sino de impacto.
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Estar dispuesto a adaptar el proyecto si el contexto o los objetivos cambian.
🧩 Aplicación al caso práctico: Centro de Innovación Juvenil
Supongamos que el objetivo estratégico de la municipalidad es reducir la exclusión social de jóvenes en situación de vulnerabilidad. Tu proyecto —la creación del centro— es uno de los medios para lograrlo.
Entonces, mantener la alineación implica que:
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No basta con construir un edificio bonito. Debe ser accesible, funcional y atractivo para los jóvenes vulnerables, no solo para quienes ya están motivados.
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Los programas que se diseñan deben tener impacto directo en autoestima, habilidades y empleabilidad.
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Debes recopilar datos y testimonios que permitan mostrar cómo el proyecto está contribuyendo realmente a la meta municipal.
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Si en el camino cambian las prioridades del gobierno local, debes ser capaz de revisar, negociar o ajustar el proyecto sin perder su esencia.
Un ejemplo concreto: si al planear el centro notas que muchos jóvenes de la zona tienen barreras para asistir (horarios, transporte, miedo), puedes rediseñar parte del enfoque para incluir tutorías virtuales, salidas a terreno o articulación con otras instituciones locales.
Tu rol es mantener siempre la mirada en alto, más allá de la tarea del día. Tu proyecto es un medio para un fin. Y ese fin debe mantenerse vivo en la conciencia del equipo, los interesados y tú mismo.
✅ En resumen
Mantener la alineación con los objetivos de negocio es actuar como guardián del propósito. Es asegurarte de que el proyecto no se convierta en una rutina sin alma, sino que conserve el fuego que lo originó.
Un proyecto sin rumbo estratégico puede “cumplir” y, sin embargo, fallar donde más importa. Pero un proyecto conectado con el propósito puede adaptarse, renovarse y entregar un valor que trasciende la entrega final.
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